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Los personajes del Belén napolitano: tradición y simbolismo de la Natividad

El belén napolitano no es una simple representación de la Natividad, sino una verdadera narración que entrelaza simbolismo, folclore y tradición popular. Cada personaje, escena y detalle de esta creación tiene un profundo significado, enraizado en la cultura y el patrimonio religioso napolitanos. A lo largo de los siglos, el belén ha evolucionado en su forma, enriqueciéndose con figuras e historias que reflejan no sólo la religiosidad, sino también la vida cotidiana, las leyendas y la visión del mundo de la población napolitana.

Exploremos juntos los personajes que pueblan este extraordinario relato visual.


Los personajes centrales del Belén Napolitano


La Sagrada Familia


La Sagrada Familia ocupa el corazón del belén, normalmente la gruta central. María, vestida de rosa con un manto azul, José con túnicas moradas y amarillas, y el Niño Jesús rodeado por el buey y el burro, representan el equilibrio entre las fuerzas del Bien y del Mal, que coexisten en el orden divino del universo. El buey y el asno, de hecho, son símbolos de humildad y pureza, pero también de opuestos complementarios.


Los ángeles


En el belén tradicional, se suele encontrar un ángel situado sobre la gruta o cerca de la cuna de Jesús: el arcángel Gabriel. Sin embargo, en algunos belenes, en particular el napolitano, hay tres ángeles sobre la gruta: en el centro, el ángel llamado «Gloria del Padre», que sostiene un pergamino con la inscripción «Gloria»; a la derecha, el ángel llamado «Gloria del Hijo», que sostiene un incensario; y a la izquierda, el ángel llamado «Gloria del Espíritu Santo», que toca la trompeta.


Benino, el pastor dormido


Benino es uno de los personajes más emblemáticos y simbólicos del belén napolitano. Este pastorcillo dormido al principio del recorrido representa la expectación y la esperanza de la Navidad. Su figura está vinculada a varias leyendas, incluida aquella según la cual el belén sólo existiría hasta que Benino despertara. En este sentido, Benino es un símbolo del viaje espiritual hacia el nacimiento de Jesús, de la espera de un acontecimiento milagroso que aún está por llegar. Se le suele colocar bajo un pajar.


El cazador y el pescador


En el belén napolitano, el cazador y el pescador forman una pareja indisoluble, emblema del eterno dualismo que impregna el universo: tierra y cielo, vida y muerte, verano e invierno, Cielo e Infierno. Su posición en la escena, tradicionalmente fija, los sitúa respectivamente en lo alto y en lo bajo, en el acantilado y en la orilla del río. A primera vista, el cazador, situado en lo alto, podría parecer el símbolo del Cielo, mientras que el pescador, más cerca del río, el del inframundo. Sin embargo, según la lógica del belén napolitano, el camino hacia la cueva de Jesús -y, por tanto, hacia la luz- sigue una dirección descendente. Así, el simbolismo de esta pareja se invierte: el cazador, aunque en lo alto, representa el mundo infernal, la muerte. El pescador, a menudo representado con una caña de pescar o cerca del puesto de pescado, se sitúa más abajo en el río y se convierte en el símbolo del reino celestial, más cerca de la luz divina.


La lavandera


La lavandera es una figura de pie junto al río, con la intención de lavar la ropa. Representa la purificación y la gracia, y también está vinculada al papel de las comadronas que, según la tradición, asistieron a la Virgen María durante el nacimiento de Jesús. Los paños que utiliza la lavandera son inmaculados, símbolo de la virginidad de María y del milagroso nacimiento de Jesús.

 

El viñador


El viñador, que vende vino y alimentos, es una figura que simboliza la Eucaristía, pero también está vinculada a los distintos vendedores de alimentos, cada uno de los cuales representa un mes del año: el viñador y el cazador para octubre, el carnicero para enero, el vendedor de quesos para febrero, y así sucesivamente, hasta diciembre, con el pescadero.

Tras la muerte de Jesús y sus milagros, el vino y el pan se convirtieron en símbolos de la sangre y el cuerpo del Salvador. Por esta razón, la figura del vinatero es una constante en el belén. Por lo general, se le representa con sencillas ropas de vendedor, junto a sus barriles de vino; en algunas representaciones, su taller constituye también el telón de fondo de la escena. En el belén napolitano, el viñador forma parte de una interesante combinación tradicional de lo sagrado y lo profano. De hecho, a menudo se yuxtapone con Ciccibacco, una figura que recuerda a la deidad pagana Baco, dios de la embriaguez y las libaciones, y que representa el lado más festivo y mundano del vino.


El gitano


La gitana, que a menudo lleva un niño en brazos, es una figura cargada de simbolismo. Según algunas leyendas, fue una gitana quien profetizó el nacimiento de Jesús, pero su presunción le hizo sufrir un castigo, convirtiéndola en lechuza. Su figura está vinculada a la profecía de la huida a Egipto, pero también a la Pasión de Cristo y al dolor de la Virgen María.


Los Reyes Magos


Los Reyes Magos, tradicionalmente tres, son los personajes que representan a los pueblos del mundo que vienen a rendir homenaje al Niño Jesús. Baltasar, el anciano, sobre un caballo negro; Gaspar, el joven, sobre un caballo blanco; y Melchor, el moro, sobre un caballo leonado, simbolizan los momentos del día: la noche, el mediodía y el amanecer, y su carrera representa el viaje de los astros hacia el lugar donde nace la luz del mundo.

En su conjunto, el belén napolitano es un microcosmos que narra la historia de la natividad, entrelazando realidades cotidianas y espiritualidad, pasado y presente, sagrado y profano. Cada personaje, incluso el más insignificante a primera vista, desempeña un importante papel narrativo. La magia del belén reside precisamente en su capacidad para hablar a cualquier persona, de cualquier edad o cultura, a través de un lenguaje universal de símbolos, historias y tradiciones.

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